miércoles, 28 de octubre de 2009
Alejandro y los filósofos - conferencia
III Festival de la Filosofía 2009 - Conferencia.
Una dimensión terrible que tiene la filosofía es su relación con el poder. En particular, encontramos muchos que han filosofado a la sombra de reyes, tiranos o emperadores, una tradición que incluye muchos “notables” de la antigüedad como Anaxágoras, Critias, Platón, Aristóteles y otros, y que se prolongará en el imperio romano con figuras patéticas como el español Séneca. El mismo Séneca que junto con Lucano y otros autores y pensadores romanos, denostaban contra Alejandro acusándolo de inmoderado
En alguna parte señala Hegel que la historia de la Hélade en la antigüedad empezó con un joven, Aquileo en la guerra de los helenos contra Troya, y que terminó con otro joven, Alejandro en la guerra de los helenos contra Persia y los reinos del Indo.
Alejandro fue aquel gobernante educado y orientado por un filósofo, que soñara Platón y que nunca encontrara en los tiranos siracusanos que intentó orientar. Aristóteles tiene entonces el discípulo ideal del proyecto político y cultural heleno, cuando se retira con Alejandro y sus compañeros (hijos seleccionados de señores nobles; entre ellos Ptolomeo su medio hermano y Hefaistón, su hetairos) al castillo que Filipo ordena renovar, en Mieza, a unos cincuenta kilómetros al suroeste de la capital macedónica, Pella. Entre los trece y los quince años de edad, Alejandro es el discípulo de Aristóteles en ese lugar, hasta que debe ayudar a su padre reprimiendo un levantamiento en el norte el país, empezando así su carrera militar
ARISTOTELES
Aristóteles y A. Diferían, según Droysen, en su concepción del imperio. Aristóteles sostenía que debían existir dos tipos de dominio político en ese imperio que Alejandro conquistaba: para las polis y coaliciones helenas Alejandro y Macedonia serían su “hegemón”; mientras que para los imperios, reinos y ciudades no helenas, Alejandro y Macedonia serían sus “soberanos”. Los helenos eran hermanos y amigos, los no helenos eran esclavos por naturaleza, según Aristóteles. Alejandro, en cambio, mantenía la idea de organizar un imperio “olla de carne” (como EE.UU.), integrando a helenos con persas e hindúes y tantos otros pueblos.
A Droysen no ha carecido de acompañantes en su juicio sobre desacuerdos entre Aristóteles y Alejandro, ya que otros factores aparte de esa señalada discrepancia en la concepción de cómo organizar el mundo conquistado por Alejandro, incluyendo la entrañable amistad de Aristóteles con el regente en Atenas, Antipáter, enemigo mortal de la madre de Alejandro, Olimpia, gran amiga, a su vez, de Hefaistón, la persona más cercana a Alejandro, desde los cinco años y hasta la muerte.
Se ha dicho que no existen otras relaciones entre A y A. Pero es fácil trazar la presencia de Alejandro en la epistemología y la metafísica aristotélicas. Tenemos que recordar a Anaxágoras de Clazomene, quien desarrollara esa capacidad cognoscitiva humana del discurso racional, el noús. Anaxágoras, similarmente a Ar con Al, era el filósofo oficial de Pericles. El fragmento B12DK de este pensador clazomenio es relevador para nuestros propósitos. Dice:
“El noús es infinito y autocrático (autokratés), y no está mezclado con ninguna cosa, sino que sólo es po sí (mónos autós) y por si mismo es (eautoú estín)”.
Ese noús anaxagórico que anticipadamente nos conduce al aristotélico, adicionalmente tenía un componente político y de relación entre un gobernante (Pericles) y “su” filósofo (Anaxágoras), aspecto que bien comentaba Norman Brown:
“Anaxágoras restauró el principio paternal y monárquico del nóus. Y al mismo tiempo el amigo de Anaxágoras, llamado Pericles, quien era el noús en acción, procuró establecer una monarquía en las ciudades griegas”(N.Brown, El cuerpo del Amor, p.26).
Por su parte, Bowra comenta:
“Anaxágoras era un amigo íntimo de Pericles, y es difícil pensar que no hubiese intercambios intelectuales entre ambos. Sin duda, la noción del Entendimiento de Anaxágoras era excesivamente abstracta para Pericles, pero es posible que su audaz idea de que el Entendimiento está siempre extendiendo su dominio atrayese al hombre de estado que veía a Atenas hacer algo muy parecido en el mundo presente”
(La Atenas de Pericles, p.187).
Un juicio similar se puede aplicar a la influencia de Alejandro y sus conquistas en la formación de la noción de noús del pensamiento aristotélico e, inversamente, del más importante pensador de la antigüedad sobre su “discípulo” y luego “señor”, Alejandro.
Aristóteles sostiene la necesidad de una entidad superior, aquel motor que mueve a todo sin moverse él mismo, porque todo se siente atraído hacia él, y que posteriormente sería adoptado y redefinido como divinidad por la teología cristiana. Ese motor inmóvil que es acto puro, forma pura y ausencia de potencia materia (posibilidad de cambio), es el Noús.
También Aristóteles fue apodado “nous” cuando llegó a la academia, porque resolvía todas las cuestiones recurriendo al nous.
Similarmente, en la vida política Aristóteles otorga una calidad de suprahumanidad a ciertas personas excepcionalmente excepcionales, como justamente se consideraba (a) Alejandro:
“…si alguien se distingue por capacidades tan descollantes que las dotes y el poder político de los otros no sean conciliables con las de aquél, no podrá considerársele ya como todo; al que descollase de tal modo sobre los demás por sus capacidades y su poder se le trataría injustamente considerándolo como igual a los otros; pues sería como un dios entre los humanos: de aquí se deduca que también la legislación se circunscribe necesariamente a quienes son iguales por su nacimiento y su poder; para aquellos otros, en cambio, no existe ley, pues ellos mismos son ley; quien pretendiese dictar leyes para ellos caería en el ridículo; recibiría tal vez la respuesta que, según Antístenes, dio el león cuando, en una asamblea de animales, la liebre pronunció un discurso sosteniendo que todos debieran tener la misma parte del botín”.
Ética de Aristóteles: los hábitos de Alejandro.
CALISTENES
Alejandro, como gran hombre y estadista necesitaba a alguien que escribiera su historia, su gesta. Aristóteles logró colocar en este puesto a su primo Calístenes, oriundo de la ciudad de Olinto, cercana y hermana mayor de la misma pólis de Estagira de Aristóteles. Calístenes ya era conocido en los círculos educados e intelectuales helenos, habiendo publicado un libro, Asuntos helenos desde la Paz del Rey hasta la Guerra Sagrada. Había colaborado con Aristóteles en la compilación de una lista de ganadores de los juegos Píticos de Delfos. Estaba interesado en los orígenes de los nombres de los lugares y había desarrollado una teoría sobre la fecha de la caída de Troya. Al igual que Aristóteles, había utilizado la poesía como evidencia de la historia helena. Tenía conocimientos en botánica y geografía y tal vez astronomía. Sostenía que los océanos provocaban los terremotos. Conocía bien a Herodoto. Sostenía que los orígenes de los faraones se ubicaba en un ateniense. Admiraba la constitución de Esparta, sostenía con Aristóteles que Sócrates había tenido dos mujeres, que Esquilo componía sus tragedias borracho. Su aporte más importante a Alejandro fue la colaboración que dio en la preparación de la copia de la Ilíada que Aristóteles preparó para el rey, y que éste siempre mantuvo junto a su cabecera.
Nombrado cronista de Alejandro, se dedicó a glorificar al rey en un primer momento.
Pronto se sintió muy importante, llegando a afirmar que “La fama de Alejandro depende de mí y de la historia que yo escribo”. Hoy, la historia de Alejandro escrita por Calístenes sobrevive en diez citas que realizaron de ella otros autores. Se trataba de panegirismo extremo, con un estilo retórico y pomposo. Alejandro se presentaba gloriosamente cercano a las divinidades, y por los conocimientos que poseía de la Ilíada, comentaba las sucesivas gestas alejandrinas con pertinentes citas de ese libro favorito del rey y base de la educación y la religión del pueblo heleno.
“Alguien que trate de escribir adecuadamente no debe desconocer la persona que describe, y debe encontrar las palabras adecuadas para expresar al hombre y a sus actos”, sostenía.
Calístenes también tenía como tarea educar a los jóvenes pajes o guardias (18-20 años) personales del rey, y les enfatizaba la igualdad ciudadana como base del buen gobierno. Lo cual, por supuesto, no era conveniente en un entorno autárquico. Enseguida, Calístenes se negó, en Susa, a realizar la proskínesis que solicitaba el rey, quien además ya se vestía con ropas persas y había adoptado el aparato imperial persa y egipcio. Escena del beso y comentario “¡gran cosa!, ¡me quedé con un beso menos!
Acusado en el complot de los guardianes, murió miserablemente
“Parece,pues, que no le faltó razón a Aristóteles para decir que Calístenes era distro y grande en la oratoria, pero que no tenía juicio.. PLUTARCO 737.
ANAXARCO. Episodio de muerte de Clito. Hermano de leche de Alejandro.
“?Este es aquél Alejandro en el que el orbe tiene ahora fija la vista y se está tendido haciendo exclamaciones como un miserable esclavo, temiendo el juicio y represión de los hombres, para quienes correspondía que él fuese la ley y norma de lo justo, si es que venció para imperar y dominar, y no para servir dominado de una gloria vana? ¿No sabes que Zeus tiene por asesores a la Justicia y a Témis para que todo cuanto es ejecutado por el que manda sea legítimo y justo?
Escena del trueno. Zeus: Y tú, hijo de Z, no nos aterrarás también a nosotros de la misma manera?
Alejandro, dentro de sí mismo, no fue seducido ni se engrió con la idea de su origen divino, sino que solamente quiso subyugar a los demás con esa opinión” (Plutarco, Al. XXVIII)
ONESICRITO: LOS GIMNOSOFISTAS Y CALANO.
Piloto de Al.
A unos tres kilómetros de la ciudad de Taxila que recién tomara del rey Poro, Alejandro se encontró con diez sabios desnudos (gimnosofistas) tendidos bajo un árbol. Uno de ellos, llamado Calano, se rió de ver que Onesícrito vestía una túnica con un gran sombrero de caza y botas hasta las rodillas. Calano le pidió CON DESDÉN que se quitara la ropa porque de otra forma no le hablaría, y después de hacerlo Onesícrito se sentó a conversar con ellos. El principal sabio, llamado Dandamis, dijo que respetaba a Al por su amor al saber, pese a que gobernaba un imperio tan vasto: era el único filósofo guerrero que había conocido. Dijo conocer a Sócrates, a Pitágoras y a Diógenes, aunque prestaban demasiada atención a los convencionalismos sociales y no a la naturaleza. Por su parte, Plutarco nos relata la historia de la siguiente manera:
P.742.
PODER Y FILOSOFIA SE INFLUYEN RECÍPROCAMENTE DE UNA MANERA EXTRAORDINARIA ENTRE ALEHANDRO Y LOS FILÓSOFOS, EN PARTICULAR POR SU RELACIÓN CON Aristóteles. ¿podría Alejandro haber conquistado sin la formación aristotélica? ¿Pudo Aristóteles haber desarrollado su filosofía sinsu relación y sin el apoyo de Alejandro?
jueves, 8 de octubre de 2009
El motor inmóvil
Motor inmóvil: no es lo mismo que primer motor en el tiempo. Tampoco es creador. Para explicar cambio hace falta suponer que algo actual es LOGICAMENTE anterior a cualquier cosa potencial. El motor inmóvil no es causa eficiente en el sentido de ejercer poder o fuerza o influencia como expresión de una VOLUNTAD. Tales actos implicarían potencialidad, como cuando se dice que dios “quiso” crear el mundo. Lo cual significaría que, antes de que dios creara al mundo, dios era potencialmente capaz de crearlo.
Aristóteles no concibió al motor inmóvil como un ser que piensa o que establece propósitos para el mundo. El motor inmóvil no conoce nada, precisamente porque no es un tipo de ser sino una forma de explicar el cambio y el movimiento. Toda la naturaleza busca desarrollar sus entelequias, buscando perfeccionar sus posibilidades y su finalidad, para llegar a ser un árbol perfecto, una población perfecta. La suma de todas estas aspiraciones o tendencias constituye el proceso del mundo mismo, de manera que podemos afirmar que toda la realidad está en proceso de cambio, moviéndose de sus potencialidades y posibilidades a sus actualizaciones o actualidades. La noción de motor inmóvil le permite a Aristóteles explicar estos procesos de cambios teleológicos, en tanto principio eterno del movimiento porque es actualidad pura. Este motor sería la causa final del cosmos, como una especie de forma del mundo que lo orienta a su finalidad perfecta. El motor inmóvil sería una comprensión pura, un nous puro, se trata de una divinidad inmanente que no se mezcla en los asuntos humanos y posibilitando que el mundo sea inteligible.
Aristóteles no concibió al motor inmóvil como un ser que piensa o que establece propósitos para el mundo. El motor inmóvil no conoce nada, precisamente porque no es un tipo de ser sino una forma de explicar el cambio y el movimiento. Toda la naturaleza busca desarrollar sus entelequias, buscando perfeccionar sus posibilidades y su finalidad, para llegar a ser un árbol perfecto, una población perfecta. La suma de todas estas aspiraciones o tendencias constituye el proceso del mundo mismo, de manera que podemos afirmar que toda la realidad está en proceso de cambio, moviéndose de sus potencialidades y posibilidades a sus actualizaciones o actualidades. La noción de motor inmóvil le permite a Aristóteles explicar estos procesos de cambios teleológicos, en tanto principio eterno del movimiento porque es actualidad pura. Este motor sería la causa final del cosmos, como una especie de forma del mundo que lo orienta a su finalidad perfecta. El motor inmóvil sería una comprensión pura, un nous puro, se trata de una divinidad inmanente que no se mezcla en los asuntos humanos y posibilitando que el mundo sea inteligible.
Potencialidad y actualidad (potencia y acto)
Cada y toda cosa se encuentra en un proceso de cambio; cada cosa tiene la energía suficiente para convertirse en la forma que tenga como finalidad intrínseca. Cada cosa y ente tiene una energía que lo impulsa y dirige hacia su finalidad propia. Algunos de estos impulsos se dirigen al mundo externo, como cuando construimos una casa para habitar. Otros impulsos se dirigen a la propia naturaleza interna de cada quien, como cuando nos hacemos propiamente humanos mediante el ejercicio del razonamiento. El fin auto contenido que posee cada cosa fue denominado entelequia por Aristóteles.
El proceso a la entelequia hizo que Aristóteles postulase las nociones de potencia y acto. Si la finalidad de una semilla es convertirse en planta y mazorca de maíz, en cierto sentido esa semilla es potencialmente una mazorca, pero en acto aún sigue siendo semilla hasta el momento de ser plantada. Aristóteles sostiene que el acto tiene prioridad sobre la potencia, en tanto es lo que existe ahora, o bien lo que va existiendo en cada momento. Pues aunque algo actual emerge de una potencialidad, no podría haber movimiento de lo actual a lo potencial y de este a lo actual, si no hubiese habido un “primer momento” de actualidad. Un niño es potencialmente un varón adulto, pero antes que existiese ese niño con esa potencialidad, existieron al menos dos adultos, actuales, que lo procrearon.
Todo en la naturaleza en su proceso es similar al paso de niño a adulto o de semilla a mazorca, pero existen diferentes niveles de ser. Todo aquello que tiene que ver con cambio o que sufre cambio, es decir, generación y corrupción, está relacionado con la potencia. Para explicar la existencia del mundo de las cosas potenciales, Aristóteles ideó la necesidad de asumir la existencia de una actualidad ubicada sobre la potencialidad de las cosas perecederas. Lo cual le llevó a postular la noción de un ser que es actualidad pura, sin ninguna potencialidad, ubicado en el máximo nivel de ser; e inversamente, concibió que la noción de materia pura sería pura potencialidad sin ninguna actualidad.
El proceso a la entelequia hizo que Aristóteles postulase las nociones de potencia y acto. Si la finalidad de una semilla es convertirse en planta y mazorca de maíz, en cierto sentido esa semilla es potencialmente una mazorca, pero en acto aún sigue siendo semilla hasta el momento de ser plantada. Aristóteles sostiene que el acto tiene prioridad sobre la potencia, en tanto es lo que existe ahora, o bien lo que va existiendo en cada momento. Pues aunque algo actual emerge de una potencialidad, no podría haber movimiento de lo actual a lo potencial y de este a lo actual, si no hubiese habido un “primer momento” de actualidad. Un niño es potencialmente un varón adulto, pero antes que existiese ese niño con esa potencialidad, existieron al menos dos adultos, actuales, que lo procrearon.
Todo en la naturaleza en su proceso es similar al paso de niño a adulto o de semilla a mazorca, pero existen diferentes niveles de ser. Todo aquello que tiene que ver con cambio o que sufre cambio, es decir, generación y corrupción, está relacionado con la potencia. Para explicar la existencia del mundo de las cosas potenciales, Aristóteles ideó la necesidad de asumir la existencia de una actualidad ubicada sobre la potencialidad de las cosas perecederas. Lo cual le llevó a postular la noción de un ser que es actualidad pura, sin ninguna potencialidad, ubicado en el máximo nivel de ser; e inversamente, concibió que la noción de materia pura sería pura potencialidad sin ninguna actualidad.
Las cuatro causas y los procesos de cambio
En el mundo que nos rodea vemos que todas las cosas se encuentran en un proceso de cambio constante, y el cambio es entonces uno de los fundamentos de nuestra experiencia. La noción de “cambio” implica para Aristóteles varias cosas, movimiento, crecimiento, decadencia, generación, y corrupción. Algunos cambios son naturales y otros resultan del arte (techné) humano.
Las cosas están siempre adquiriendo nuevas formas: surgen nuevas vidas y se esculpen nuevas estatuas. Para explicar estos procesos de cambio, Aristóteles propone que nos preguntamos por cuatro aspectos (causas) de ellas: 1 ¿Qué es?; 2 ¿De qué está hecha?; 3 ¿Quién o qué la hizo?; y 4 ¿Qué finalidad tiene? “Causa” aquí debemos entenderla como “explicación”. Como ejemplo, la estatua de Hermes con Dionisos niño ubicada en el Heraion de Olimpia: 1: es una estatua; 2: es de mármol; 3: la hizo Praxiteles; 4: para culto y admiración en el templo de Hera Olímpica.
Las cosas producidas por la naturaleza no tienen propósitos, pero sí tienen finalidades intrínsecas, en el sentido de poseer formas de ser constituyentes. Por eso las semillas brotan en tallos y hojas y las raíces se hunden en la tierra. Cada cosa y ente se “mueve” antológicamente hacia la consecución de su finalidad. Las cuatro causas son llamadas, desde estos ámbitos de la naturaleza: la causa formal que señala qué es esa cosas; la causa material que señala de qué está hecha; la causa eficiente, por la que una cosa es hecha; y la causa final, el “fin” para el que está hecha o existe.
Las cosas están siempre adquiriendo nuevas formas: surgen nuevas vidas y se esculpen nuevas estatuas. Para explicar estos procesos de cambio, Aristóteles propone que nos preguntamos por cuatro aspectos (causas) de ellas: 1 ¿Qué es?; 2 ¿De qué está hecha?; 3 ¿Quién o qué la hizo?; y 4 ¿Qué finalidad tiene? “Causa” aquí debemos entenderla como “explicación”. Como ejemplo, la estatua de Hermes con Dionisos niño ubicada en el Heraion de Olimpia: 1: es una estatua; 2: es de mármol; 3: la hizo Praxiteles; 4: para culto y admiración en el templo de Hera Olímpica.
Las cosas producidas por la naturaleza no tienen propósitos, pero sí tienen finalidades intrínsecas, en el sentido de poseer formas de ser constituyentes. Por eso las semillas brotan en tallos y hojas y las raíces se hunden en la tierra. Cada cosa y ente se “mueve” antológicamente hacia la consecución de su finalidad. Las cuatro causas son llamadas, desde estos ámbitos de la naturaleza: la causa formal que señala qué es esa cosas; la causa material que señala de qué está hecha; la causa eficiente, por la que una cosa es hecha; y la causa final, el “fin” para el que está hecha o existe.
Forma y materia
Aristóteles sostuvo que no es posible encontrar en la naturaleza, materia sin forma ni forma sin materia. Todo lo que existe son cosas o seres individuales concretos, cada cosa consiste de la unidad de forma y materia. La sustancia es un compuesto de forma y materia.
Platón sostenía que las formas o ideas estaban separadas de las cosas; para él, el espacio (jorá) está compuesto por el sustrato material del que están hechas todas las cosas. Esa materia prima era moldeada por las formas eternas, en individuos. Así se explica, sostenía el académico, que muchas cosas individuales compartieran una y la misma naturaleza universal. Lo universal es la forma, que existe eternamente y separada de todo particular, y está en esas cosas particulares porque ellas “participan” de la correspondiente forma o idea.
Aristóteles rechazó esta teoría platónica durante sus años en la Academia, como parte de un proceso de discusión que sobrepasó al mismo Platón, el cual enfatizó la moral, la política y la mitología al final de su vida, después de sus diálogos más importantes (Teeteto, Parménides, Sofista, Filebo). El estagirita estaba de acuerdo con su maestro en que existen universales, que universales como “árbol” o “población” son algo más que productos de nuestra mente. Sin teoría de los universales no podría haber ciencia, pensaba Aristóteles, al carecer de la posibilidad de afirmar algo sobre todos los miembros de una clase particular de cosas. El conocimiento científico es efectivo porque descubre clases de cosas u objetos, de manera que todo individuo que pertenezca a esa determinada clase, se caracterizará por un conjunto de rasgos comunes. Estas clases, entonces, no son ficciones mentales sino que poseen realidad objetiva. Pero esa realidad solamente se puede encontrar en las cosas individuales mismas. ¿Para qué propósito postular la existencia separada de las formas? Para ninguno, pues lo que resulta es complicar el problema, ya que cada cosa individual, y las relaciones entre las cosas, deberían duplicarse en el ámbito de las formas… Las formas platónicas “no nos ayudan para el conocimiento de otras cosas”, porque son inmóviles y porque nosotros vivimos en un mundo en constante cambio. Además, siendo inmateriales tampoco sirven para conocer las cosas del mundo, que conocemos mediante los sentidos. Finalmente, no es posible responder adecuadamente al problema de la participación de las ideas en las cosas existentes, y el uso de esa “participación” le parecía “utilizar palabras huecas y metáforas poéticas”.
Las nociones de materia y forma implican, aquello de lo que algo está hecho, y aquello que es ese algo. La materia de la que se hacen las cosas, sin embargo, no existe en algún estado primitivo o “informe” (materia sin forma). Aristóteles rechaza esta noción, considerando que no puede existir materia sin forma. Por ejemplo, el bloque de mármol que Praxiteles hace cortar y traer a su taller desde las canteras del monte Pentélico, es la materia prima de un Hermes con Dionisos niño que planea esculpir, pero tiene ya una forma, tiene la forma de un bloque de mármol de cuatro metros por dos metros por dos metros. Luego de que Lisipo y sus ayudantes golpeen con martillos y cinceles ese bloque marmóreo, surgirá una estatua compuesta por el mármol como materia, pero con forma de Hermes con Dionisos niño.
La pregunta que surge es, entonces, ¿Cómo es que una cosa (el bloque de mármol) se convierte en otra cosa (la estatua de Hermes con Dionisos niño)?
Platón sostenía que las formas o ideas estaban separadas de las cosas; para él, el espacio (jorá) está compuesto por el sustrato material del que están hechas todas las cosas. Esa materia prima era moldeada por las formas eternas, en individuos. Así se explica, sostenía el académico, que muchas cosas individuales compartieran una y la misma naturaleza universal. Lo universal es la forma, que existe eternamente y separada de todo particular, y está en esas cosas particulares porque ellas “participan” de la correspondiente forma o idea.
Aristóteles rechazó esta teoría platónica durante sus años en la Academia, como parte de un proceso de discusión que sobrepasó al mismo Platón, el cual enfatizó la moral, la política y la mitología al final de su vida, después de sus diálogos más importantes (Teeteto, Parménides, Sofista, Filebo). El estagirita estaba de acuerdo con su maestro en que existen universales, que universales como “árbol” o “población” son algo más que productos de nuestra mente. Sin teoría de los universales no podría haber ciencia, pensaba Aristóteles, al carecer de la posibilidad de afirmar algo sobre todos los miembros de una clase particular de cosas. El conocimiento científico es efectivo porque descubre clases de cosas u objetos, de manera que todo individuo que pertenezca a esa determinada clase, se caracterizará por un conjunto de rasgos comunes. Estas clases, entonces, no son ficciones mentales sino que poseen realidad objetiva. Pero esa realidad solamente se puede encontrar en las cosas individuales mismas. ¿Para qué propósito postular la existencia separada de las formas? Para ninguno, pues lo que resulta es complicar el problema, ya que cada cosa individual, y las relaciones entre las cosas, deberían duplicarse en el ámbito de las formas… Las formas platónicas “no nos ayudan para el conocimiento de otras cosas”, porque son inmóviles y porque nosotros vivimos en un mundo en constante cambio. Además, siendo inmateriales tampoco sirven para conocer las cosas del mundo, que conocemos mediante los sentidos. Finalmente, no es posible responder adecuadamente al problema de la participación de las ideas en las cosas existentes, y el uso de esa “participación” le parecía “utilizar palabras huecas y metáforas poéticas”.
Las nociones de materia y forma implican, aquello de lo que algo está hecho, y aquello que es ese algo. La materia de la que se hacen las cosas, sin embargo, no existe en algún estado primitivo o “informe” (materia sin forma). Aristóteles rechaza esta noción, considerando que no puede existir materia sin forma. Por ejemplo, el bloque de mármol que Praxiteles hace cortar y traer a su taller desde las canteras del monte Pentélico, es la materia prima de un Hermes con Dionisos niño que planea esculpir, pero tiene ya una forma, tiene la forma de un bloque de mármol de cuatro metros por dos metros por dos metros. Luego de que Lisipo y sus ayudantes golpeen con martillos y cinceles ese bloque marmóreo, surgirá una estatua compuesta por el mármol como materia, pero con forma de Hermes con Dionisos niño.
La pregunta que surge es, entonces, ¿Cómo es que una cosa (el bloque de mármol) se convierte en otra cosa (la estatua de Hermes con Dionisos niño)?
La sustancia es la esencia primordial de las cosas
Aristóteles tiende a definir la sustancia mediante la discusión de los métodos para conocerla. Lo que signifique la sustancia se muestra en la forma que conocemos cada cosa. A partir de categorías (predicados), Aristóteles sostiene que conocemos más y mejor la sustancia cuando preguntamos qué es, que cuando preguntamos por su color, tamaño, posición, etc. La mente separa a la cosa o sustancia de todas sus cualidades, y se concentra en lo que “realmente es”, que es su “naturaleza esencial”. Reconocemos que todos los humanos son humanos pese a sus diferentes tamaños o colores de piel u ojos u orejas. Además de ser “esta persona particular” que fulanito o menganita sean, fulanito o menganita son humanos, señala Aristóteles. Establece aquí el fundamento del esencialismo que, por ejemplo, está en el fundamento de las concepciones tradicionales de los derechos humanos o de mucha teoría social (derechos o instituciones se entienden entonces como predicados del “qué es esencialmente lo humano”). Las categorías o predicados también existen, pero no constituyen el objeto de estudio de la metafísica, sino de ciencias particulares. La preocupación central de la metafísica es el estudio de la sustancia, de la naturaleza esencial de los entes (cosas). La sustancia significa, tanto lo que no se afirma de un sujeto, como aquel sujeto del que se afirma algo. Lo que conocemos como fundamental de cada cosa es la sustancia, y es a partir de la sustancia que podemos afirmar otras cosas sobre esas cosas. Siempre que definimos algo planteamos su esencia antes de decir ninguna otra cosa sobre ese algo, como cuando hablamos de “un árbol grande” o “una población saludable”. “Árbol” y “población” se entienden esencialmente en términos de lo que les hace ser “árbol” o “población”, y se les entiende antes de afirmar de ellos que son “´grande” o “saludable”. Solo podemos conocer cosas determinadas, árboles o poblaciones existentes e individuales. La esencia, la sustancia, de cada “árbol” o de cada “población”, existe independientemente de sus cualidades o predicados. Lo cual no significa que la sustancia tenga existencia separada de sus cualidades o predicados. Mas si buscamos conocer la arbolidad del árbol en tanto diferenciada de su especie y variedad, color, tipo de hojas, etc, la esencia debe conocerse para permitirnos reconocer como tal a cada árbol que veamos o toquemos. En cada caso, cada árbol es árbol, mientras que sus predicados o cualidades cambian de uno al otro al otro. Una cosa es algo más que la suma de sus cualidades particulares, entonces. Existe algo sub-yacente (sub estare) a todas las cualidades de cada cosa. Por consiguiente, cada cosa es resultado, por una parte de una combinación de cualidades y, por otra parte, un sustrato al que se aplican esas cualidades.
Aristóteles se preguntó inmediatamente después de formular la sustancia o esencia, por sus relaciones con sus cualidades, de forma similar a como Platón se preguntaba sobre las relaciones entre las cosas y las ideas. ¿Qué es la sustancia? ¿Es materia? ¿Es forma? ¿Es ambas?
Aristóteles se preguntó inmediatamente después de formular la sustancia o esencia, por sus relaciones con sus cualidades, de forma similar a como Platón se preguntaba sobre las relaciones entre las cosas y las ideas. ¿Qué es la sustancia? ¿Es materia? ¿Es forma? ¿Es ambas?
Definición del problema de la metafísica
Las diferentes ciencias buscan encontrar los primeros principios y las causas de tipos específicos de cosas, tales como cuerpos materiales, el cuerpo humano, el Estado, una obra de teatro, etc. A diferencia de esas ciencias que se preguntan “¿Qué es tal y ta cosas, y por qué?, la metafísica consiste en plantearse una pregunta mucho más general, una pregunta que debe ser incluida en última instancia por todas las otras ciencias, a saber, “¿Qué significa ser algo?”, ¿Qué significa ser? Por tanto, la metafísica es “la ciencia de cualquier existente, en tanto existente”. La metafísica discute y estudia el ser y sus principios y causas.
En importante medida, la metafísica aristotélica es un resultado de sus opiniones lógicas y su apasionamiento por la biología y la medicina. Las observaciones y estudios sobre los ámbitos biológicos resultaban fácilmente integrables dentro de pre concepciones teleologistas, y Aristóteles tenderá a extrapolar tales tendencias, encuadrándolas dentro de una racionalidad fundada en el principio de no contradicción lógica, no solamente a los ámbitos de la “física” sino de la metafísica.
En la lógica aristotélica, “ser” siempre significa “ser algo-allí/aquí”, y ese ser algo determinado se puede definir con precisión y, entonces, puede ser integrado como parte del discurso científico. Su orientación biologizante le permitió a Aristóteles comprender “ser” como un proceso dinámico caracterizado por el cambio continuo, el movimiento ontológico. Aristóteles siempre supone que el discurso se refiere a esos determinados sujetos, a un sujeto en cada caso, de quienes o de quien se predican cualidades, relaciones, posiciones, lugar, etc. El sujeto al que se le aplican las categorías constituye la “sustancia” (ousía). Entonces, “ser” también significa “ser sustancia”, o “sustancia” (ente), resultante (en cada momento o fase) de su propio proceso dinámico, vital. La metafísica según Aristóteles estudia el ser, entendido como entidad (sustancia existente) y sus causas (los procesos en los que las sustancias “van siendo”).
En importante medida, la metafísica aristotélica es un resultado de sus opiniones lógicas y su apasionamiento por la biología y la medicina. Las observaciones y estudios sobre los ámbitos biológicos resultaban fácilmente integrables dentro de pre concepciones teleologistas, y Aristóteles tenderá a extrapolar tales tendencias, encuadrándolas dentro de una racionalidad fundada en el principio de no contradicción lógica, no solamente a los ámbitos de la “física” sino de la metafísica.
En la lógica aristotélica, “ser” siempre significa “ser algo-allí/aquí”, y ese ser algo determinado se puede definir con precisión y, entonces, puede ser integrado como parte del discurso científico. Su orientación biologizante le permitió a Aristóteles comprender “ser” como un proceso dinámico caracterizado por el cambio continuo, el movimiento ontológico. Aristóteles siempre supone que el discurso se refiere a esos determinados sujetos, a un sujeto en cada caso, de quienes o de quien se predican cualidades, relaciones, posiciones, lugar, etc. El sujeto al que se le aplican las categorías constituye la “sustancia” (ousía). Entonces, “ser” también significa “ser sustancia”, o “sustancia” (ente), resultante (en cada momento o fase) de su propio proceso dinámico, vital. La metafísica según Aristóteles estudia el ser, entendido como entidad (sustancia existente) y sus causas (los procesos en los que las sustancias “van siendo”).
Qué es la Metafísica
Los libros de Aristóteles reunidos bajo la denominación “Metafísica”, son los que se referían a cuestiones posteriores a las físicas, y corresponden a lo que llamaba filosofía primera. En estos libros metafísicos, Aristóteles se dedica a estudiar el tipo de conocimiento que se pudiera denominar sabiduría. Empieza la obra señalando que “Todos los humanos, por naturaleza desean conocer”. Este deseo innato no solo consiste en desear conocer para hacer (realizar) algo, sino que existen deseos de conocer ciertas cosas por el conocimiento mismo. Indicación de lo anterior es “el deleite que nos producen nuestros sentidos, porque incluso aparte de su utilidad, los amamos por sí mismos”, en tanto que, por ejemplo, nuestra visión “nos hace conocer y nos ilumina muchas diferencias entre cosas”.
Existen diferentes niveles de conocimiento. Algunas gentes solo saben lo que experimentan mediante sus sentidos, como por ejemplo cuando conocemos que el fuego es caliente. Pero no consideramos sabiduría lo que conocemos por los sentidos, porque este tipo de conocimiento solamente nos enseña el “qué” de cualquier cosa, mas no su “por qué”. Nos señala que el fuego es caliente, pero no por qué lo es. De forma similar, en medicina algunos solamente saben que ciertas medicinas curan ciertas enfermedades, basándose en experiencias específicas. Pero este tipo de conocimiento es inferior al que poseen quienes no solamente conocen que tal medicina curará tal enfermedad, sino también por qué será así. “En las diferentes profesiones, los maestros conocen la materia en un sentido más verdadero y sabio que los trabajadores manuales, porque conocen las causas de las cosas que se realizan.”
La sabiduría es algo más que el conocimiento logrado por la sensibilidad de los objetos y sus cualidades. Es incluso algo más que el conocimiento adquirido mediante la repetición de experiencias sobre los mismos tipos de cosas. La sabiduría es similar al conocimiento que tienen los científicos, quienes empiezan mirando algo, luego repiten estas experiencias sensibles, y finalmente van más allá de la experiencia sensible pensando las causas de los objetos de sus experiencias.
Existen tantas ciencias o disciplinas filosóficas, cuantas áreas de investigación definibles existan, y como sabemos, Aristóteles va a fundar muchas de ellas para la cultura eurocéntrica, como la biología, la física, la ética, la política, la estética, y la misma metafísica. En cada caso, la ciencia o disciplina correspondiente tiene por misión descubrir las causas o razones o principios que subyazcan en las actividades de sus temas de investigación. Así, por ejemplo, en física nos preguntamos por las causas que generan el movimiento de las cosas, en ética nos preocupamos por las causas de la vida buena (buena vida), en política por las causas del buen gobierno, y en estética por las causas de un poema bello o bueno. Las ciencias y otras disciplinas no solamente difieren en los temas de estudio sino también en las relaciones que mantienen entre ellas. Algunas ciencias dependen de otras, como cuando el físico debe fundamentarse en las matemáticas. Aristóteles, aquí como en toda su filosofía y a tono con su tendencia “académica” (i.e. derivada de su participación en la escuela platónica), organiza una jerarquía de ciencias, y, en ella, “la ciencia que conoce la finalidad por la que debe hacerse cada cosa es la ciencia más autorizada, y tiene más autoridad que ninguna otra ciencia auxiliar”. Aparte de las ciencias y disciplinas específicas existe, entonces, esa otra que denomina filosofía primera, que estudia más allá de los temas de las otras disciplinas y que se preocupa por conocer y discutir los primeros principios y las causas. Esos primeros principios y causas son el fundamento de la sabiduría, porque nos permiten conocer, no ya algún objeto o actividad particulares, sino conocimiento de la realidad verdadera.
La metafísica trata del conocimiento al mayor nivel de abstracción. Este conocimiento es abstracto porque se refiere a lo universal y no ya a lo particular. Cada ciencia tiene su propio nivel de abstracción, en tanto trata de los primeros principios y las causas de su tema u objeto de investigación. Por ejemplo, cuando en física se discuten los principios del movimiento en general, en tanto diferenciados de la descripción de tal o cual planeta o péndulo. Por tanto, la sabiduría se refiere a los niveles más abstractos del conocimiento y no a los niveles de las cosas visibles: “la percepción sensorial es común a todos y por consiguiente fácil y no representa ninguna señal de sabiduría” La sabiduría verdadera, la filosofía primera o metafísica, es la ciencia más abstracta y también la más exacta, porque busca descubrir los verdaderos primeros principios, a partir de los cuales se derivan incluso los primeros principios de las otras ciencias. Por consiguiente, el conocimiento verdadero se encuentra en aquello que es más cognoscible y, “los primeros principios y las causas son lo más cognoscible… y a partir de éstos pueden llegar a conocerse todas las otras cosas”.
Existen diferentes niveles de conocimiento. Algunas gentes solo saben lo que experimentan mediante sus sentidos, como por ejemplo cuando conocemos que el fuego es caliente. Pero no consideramos sabiduría lo que conocemos por los sentidos, porque este tipo de conocimiento solamente nos enseña el “qué” de cualquier cosa, mas no su “por qué”. Nos señala que el fuego es caliente, pero no por qué lo es. De forma similar, en medicina algunos solamente saben que ciertas medicinas curan ciertas enfermedades, basándose en experiencias específicas. Pero este tipo de conocimiento es inferior al que poseen quienes no solamente conocen que tal medicina curará tal enfermedad, sino también por qué será así. “En las diferentes profesiones, los maestros conocen la materia en un sentido más verdadero y sabio que los trabajadores manuales, porque conocen las causas de las cosas que se realizan.”
La sabiduría es algo más que el conocimiento logrado por la sensibilidad de los objetos y sus cualidades. Es incluso algo más que el conocimiento adquirido mediante la repetición de experiencias sobre los mismos tipos de cosas. La sabiduría es similar al conocimiento que tienen los científicos, quienes empiezan mirando algo, luego repiten estas experiencias sensibles, y finalmente van más allá de la experiencia sensible pensando las causas de los objetos de sus experiencias.
Existen tantas ciencias o disciplinas filosóficas, cuantas áreas de investigación definibles existan, y como sabemos, Aristóteles va a fundar muchas de ellas para la cultura eurocéntrica, como la biología, la física, la ética, la política, la estética, y la misma metafísica. En cada caso, la ciencia o disciplina correspondiente tiene por misión descubrir las causas o razones o principios que subyazcan en las actividades de sus temas de investigación. Así, por ejemplo, en física nos preguntamos por las causas que generan el movimiento de las cosas, en ética nos preocupamos por las causas de la vida buena (buena vida), en política por las causas del buen gobierno, y en estética por las causas de un poema bello o bueno. Las ciencias y otras disciplinas no solamente difieren en los temas de estudio sino también en las relaciones que mantienen entre ellas. Algunas ciencias dependen de otras, como cuando el físico debe fundamentarse en las matemáticas. Aristóteles, aquí como en toda su filosofía y a tono con su tendencia “académica” (i.e. derivada de su participación en la escuela platónica), organiza una jerarquía de ciencias, y, en ella, “la ciencia que conoce la finalidad por la que debe hacerse cada cosa es la ciencia más autorizada, y tiene más autoridad que ninguna otra ciencia auxiliar”. Aparte de las ciencias y disciplinas específicas existe, entonces, esa otra que denomina filosofía primera, que estudia más allá de los temas de las otras disciplinas y que se preocupa por conocer y discutir los primeros principios y las causas. Esos primeros principios y causas son el fundamento de la sabiduría, porque nos permiten conocer, no ya algún objeto o actividad particulares, sino conocimiento de la realidad verdadera.
La metafísica trata del conocimiento al mayor nivel de abstracción. Este conocimiento es abstracto porque se refiere a lo universal y no ya a lo particular. Cada ciencia tiene su propio nivel de abstracción, en tanto trata de los primeros principios y las causas de su tema u objeto de investigación. Por ejemplo, cuando en física se discuten los principios del movimiento en general, en tanto diferenciados de la descripción de tal o cual planeta o péndulo. Por tanto, la sabiduría se refiere a los niveles más abstractos del conocimiento y no a los niveles de las cosas visibles: “la percepción sensorial es común a todos y por consiguiente fácil y no representa ninguna señal de sabiduría” La sabiduría verdadera, la filosofía primera o metafísica, es la ciencia más abstracta y también la más exacta, porque busca descubrir los verdaderos primeros principios, a partir de los cuales se derivan incluso los primeros principios de las otras ciencias. Por consiguiente, el conocimiento verdadero se encuentra en aquello que es más cognoscible y, “los primeros principios y las causas son lo más cognoscible… y a partir de éstos pueden llegar a conocerse todas las otras cosas”.
jueves, 1 de octubre de 2009
La contemplación
Si la felicidad es resultado de actuar según nuestra naturaleza específica, es razonable suponer que de lo que se trata es de actuar según nuestra naturaleza más alta o mejor. Y “esta actividad es la contemplativa…porque no solamente la razón es lo mejor que tenemos, sino que los objetos de la razón constituyen los mejores objetos que conocer… (la contemplación) es lo más continuo, porque podemos contemplar más la verdad que cualquier otra cosa que podamos hacer… pensamos que la felicidad está entreverada con el placer, pero la actividad de la sabiduría filosófica es la más placentera de las actividades virtuosas”.
Las virtudes
La virtud es el cumplimiento de la función específica de la humanidad, y como el medio entre extremos. También Aristóteles considera a la virtud como resultado del control racional de las pasiones, y así combina todos los aspectos de la vida humana. La naturaleza humana consiste no simplemente en una racionalidad, sino en todo el espectro implicado en las almas vegetativas, sensitivas, apetitivas, y racionales. La virtud no supone la negación o el rechazo de ninguna de esas capacidades naturales. La persona moral utiliza todas sus capacidades, tanto las físicas como las mentales. Existen, correspondientemente, dos tipos de funciones del razonamiento, la función intelectual y la función moral, y cada una posee sus propias virtudes. Disponemos, entonces, de virtudes intelectuales y de virtudes morales.
Las virtudes intelectuales son la sabiduría filosófica y la comprensión (nous), y nacen y crecen a través de la educación, la instrucción y el auto conocimiento. Las virtudes morales, la ética (ethiké) surgen del hábito (ethos). “Todas las virtudes morales han de ser aprendidas y practicadas, y se tornan virtudes solamente a través de la acción, porque nos `hacemos justos realizando actos justos, moderamos realizando actos moderados, valientes realizando acciones valerosas”. Las cuatro principales virtudes éticas son: el coraje, la moderación, la justicia, y la sabiduría. Además de estas virtudes, Aristóteles incluyó las virtudes de magnanimidad, liberalidad, amistad, y auto estima. Y pese a que reconocía el papel central de la razón en tanto guía para la acción práctica y moral, sin embargo concluía que la sabiduría filosófica es superior a la sabiduría práctica, que la contemplación es el mejor camino por la felicidad.
Las virtudes intelectuales son la sabiduría filosófica y la comprensión (nous), y nacen y crecen a través de la educación, la instrucción y el auto conocimiento. Las virtudes morales, la ética (ethiké) surgen del hábito (ethos). “Todas las virtudes morales han de ser aprendidas y practicadas, y se tornan virtudes solamente a través de la acción, porque nos `hacemos justos realizando actos justos, moderamos realizando actos moderados, valientes realizando acciones valerosas”. Las cuatro principales virtudes éticas son: el coraje, la moderación, la justicia, y la sabiduría. Además de estas virtudes, Aristóteles incluyó las virtudes de magnanimidad, liberalidad, amistad, y auto estima. Y pese a que reconocía el papel central de la razón en tanto guía para la acción práctica y moral, sin embargo concluía que la sabiduría filosófica es superior a la sabiduría práctica, que la contemplación es el mejor camino por la felicidad.
Deliberación y escogencia
En el alma racional existen dos tipos de razonamientos. El primero es teórico, y nos ofrece el conocimiento de los principios fijos y corresponde al saber filosófico. El segundo es el razonamiento es práctico y nos ofrece una guía racional para nuestras acciones dentro de las circunstancias particulares en las que nos encontramos, y se trata entonces de la sabiduría práctica. Lo importante sobre el papel de la razón es que sin este elemento racional careceríamos de capacidades morales. Aristóteles ponía el acento en que, no obstante disponer de una capacidad natural para tener un comportamiento correcto, sin embargo no actuamos correctamente por naturaleza. Nuestra vida consiste en una cantidad indeterminada de posibilidades. El bien es nosotros es una potencialidad pero, a diferencia de la semilla de maíz de la que prácticamente sin falla crecerá una planta y saldrán unas mazorcas, nosotros debemos continuamente pasar, de aquello que podemos hacer potencialmente a realizarlo en acto, mediante el conocimiento de lo que debemos hacer, deliberando sobre el asunto y a partir de esa deliberación escoger y realizar/actuar/decir/ser. A diferencia de Platón y Aristóteles, quienes pensaron que conocer el bien era suficiente para ser bueno, Aristóteles pensó que debería realizarse una escogencia deliberada, además del conocimiento. “El origen de la acción moral –su causa eficiente, no final- es la escogencia, y la causa eficiente de la escogencia es el deseo y el razonamiento con vistas a alguna finalidad”. No puede haber escogencia sin razonamiento. “el intelecto mismo… no cambia nada, sino solamente el intelecto que se dirige a una finalidad y es práctico”.
La moralidad y la escogencia moral implican responsabilidad humana. Si ciertos comportamientos son correctos y otros incorrectos, es necesario descubrir por qué una persona actúa de forma errónea y no correcta. Si vamos a elogiar la virtud y condenar el vicio, tenemos que ser capaces de realizar escogencias. Para Aristóteles, toda persona es responsable por todo acto y entonces todo acto de toda persona ha de ser voluntario. Una escogencia verdadera (efectiva) es un acto voluntario. Pero no todas nuestras acciones son voluntarias. “Elogio y culpa surgen porque se considera voluntarias las acciones, a la vez que se deja lugar a las acciones involuntarias, y algunas veces (juzgamos) excitados por la compasión”. Los actos involuntarios son aquellos de los que determinada persona no es responsable porque son (1) realizados por ignorancia de circunstancias particulares, (2) realizados como producto de una imposición externa, o (3) realizados para evitar un mal mayor. Los actos voluntarios son aquellos de los que es responsable la persona, porque no se dan ninguna de esas circunstancias atenuantes.
La moralidad y la escogencia moral implican responsabilidad humana. Si ciertos comportamientos son correctos y otros incorrectos, es necesario descubrir por qué una persona actúa de forma errónea y no correcta. Si vamos a elogiar la virtud y condenar el vicio, tenemos que ser capaces de realizar escogencias. Para Aristóteles, toda persona es responsable por todo acto y entonces todo acto de toda persona ha de ser voluntario. Una escogencia verdadera (efectiva) es un acto voluntario. Pero no todas nuestras acciones son voluntarias. “Elogio y culpa surgen porque se considera voluntarias las acciones, a la vez que se deja lugar a las acciones involuntarias, y algunas veces (juzgamos) excitados por la compasión”. Los actos involuntarios son aquellos de los que determinada persona no es responsable porque son (1) realizados por ignorancia de circunstancias particulares, (2) realizados como producto de una imposición externa, o (3) realizados para evitar un mal mayor. Los actos voluntarios son aquellos de los que es responsable la persona, porque no se dan ninguna de esas circunstancias atenuantes.
La virtud como justo medio y el medio dorado
Puesto que las pasiones abarcan un amplio campo de acciones, desde lo demasiado poco a lo muchísimo, las personas deben descubrir los significados específicos de exceso y defecto y, por tanto, descubrir el “término medio” adecuado La virtud se refiere a nuestras diferentes emociones y acciones, porque ellas son las que pueden tener carencia o exceso. Por ejemplo, es posible sentir las emociones del miedo, de la confianza, del deseo, de la cólera, de la compasión, del placer, del dolor, demasiado o demasiado poco, y en ambos casos erróneamente. El mejor estado en que alguien puede estar (ser), es el de la virtud, que se basa en el término medio de respuestas a las preguntas sobre cuándo, cómo, con quién, llevarlas a cabo, sentirlas, vivirlas. El vicio es o bien lo extremo, el exceso o el defecto, y la virtud es el término medio Es mediante el poder racional del alma que se pueden controlar las pasiones y orientar a acción. La virtud del coraje (andréia), por ejemplo, es el término medio entre dos extremos o vicios, la cobardía (defecto) o el arrojo (exceso). La virtud es un estado de ser, ¡”un estado adecuado para realizar selecciones razonadas, ubicándose en el bien relativo, determinado por la razón, y como determinará el ser humano que posea la sabiduría práctica (frónesis). Virtud es el acto de realizar una escogencia de acuerdo con un término medio.
El término medio no es el mismo para cada persona e, igualmente, no hay un medio para cada acto. Cada medio es relativo a cada persona en tanto las circunstancias varíen. En el caso de la comida, el medio obviamente será diferente para un atleta adulto que para una niña pequeña. Pero, para cada persona, de todas maneras existe un medio proporcionado o relativo, la temperancia señala los extremos (glotonería –exceso- y muerte por hambre –carencia o ausencia-) de lo que constituiría un vicio para esa determinada persona. Igualmente, cuando uno regale dinero, bucando un medio entre prodigalidad y avaricia, la cifra que obtenemos no es una cifra absoluta sino relativa al dinero que se posea o disponga. Más aún, para determinados actos no existe medio, sino que su propia naturaleza de suyo implica maldad, como en los casos del rencor, la envidia, el robo, el asesinato. Se trata de cosas malas en sí mismas y no en sus excesos o carencias. Siempre estaremos errados si las llevamos a cabo.
El término medio no es el mismo para cada persona e, igualmente, no hay un medio para cada acto. Cada medio es relativo a cada persona en tanto las circunstancias varíen. En el caso de la comida, el medio obviamente será diferente para un atleta adulto que para una niña pequeña. Pero, para cada persona, de todas maneras existe un medio proporcionado o relativo, la temperancia señala los extremos (glotonería –exceso- y muerte por hambre –carencia o ausencia-) de lo que constituiría un vicio para esa determinada persona. Igualmente, cuando uno regale dinero, bucando un medio entre prodigalidad y avaricia, la cifra que obtenemos no es una cifra absoluta sino relativa al dinero que se posea o disponga. Más aún, para determinados actos no existe medio, sino que su propia naturaleza de suyo implica maldad, como en los casos del rencor, la envidia, el robo, el asesinato. Se trata de cosas malas en sí mismas y no en sus excesos o carencias. Siempre estaremos errados si las llevamos a cabo.
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