La virtud es el cumplimiento de la función específica de la humanidad, y como el medio entre extremos. También Aristóteles considera a la virtud como resultado del control racional de las pasiones, y así combina todos los aspectos de la vida humana. La naturaleza humana consiste no simplemente en una racionalidad, sino en todo el espectro implicado en las almas vegetativas, sensitivas, apetitivas, y racionales. La virtud no supone la negación o el rechazo de ninguna de esas capacidades naturales. La persona moral utiliza todas sus capacidades, tanto las físicas como las mentales. Existen, correspondientemente, dos tipos de funciones del razonamiento, la función intelectual y la función moral, y cada una posee sus propias virtudes. Disponemos, entonces, de virtudes intelectuales y de virtudes morales.
Las virtudes intelectuales son la sabiduría filosófica y la comprensión (nous), y nacen y crecen a través de la educación, la instrucción y el auto conocimiento. Las virtudes morales, la ética (ethiké) surgen del hábito (ethos). “Todas las virtudes morales han de ser aprendidas y practicadas, y se tornan virtudes solamente a través de la acción, porque nos `hacemos justos realizando actos justos, moderamos realizando actos moderados, valientes realizando acciones valerosas”. Las cuatro principales virtudes éticas son: el coraje, la moderación, la justicia, y la sabiduría. Además de estas virtudes, Aristóteles incluyó las virtudes de magnanimidad, liberalidad, amistad, y auto estima. Y pese a que reconocía el papel central de la razón en tanto guía para la acción práctica y moral, sin embargo concluía que la sabiduría filosófica es superior a la sabiduría práctica, que la contemplación es el mejor camino por la felicidad.
jueves, 1 de octubre de 2009
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