jueves, 24 de septiembre de 2009

La felicidad como finalidad

La acción humana debería buscar su finalidad adecuada. En todas partes la gente busca el placer, la riqueza, y el honor. Pero ninguna de estas finalidades, aunque son valiosas, puede ocupar el lugar del bien principal que la gente debería buscar. Ser un bien y un acto últimos es algo que tendrá que ser auto suficiente y final, “algo que siempre es deseable en sí mismo y nunca por buscar otra cosa”, y además debe ser accesible a la gente. Aristóteles cree que todas las personas estarán de acuerdo en que la felicidad (eudaimonia) es el único fin que cumple con todos los requisitos para ser la finalidad última de la acción humana. Ciertamente, escogemos el placer, la riqueza, y el honor, solamente porque pensamos que “mediante su instrumentalizad seremos felices”. A su vez, la felicidad es otra palabra o nombre para decir “ bien”, porque, al igual que “bien”, ”felicidad” significa el cumplimiento de nuestra función distintiva. “La felicidad es una actividad del alma con forma excelente o virtuosa”.

¿Cómo logra la felicidad el alma? La regla general de la moral es “actuar según la recta razón”. Lo que significa es que la parte racional del alma debe controlar la parte irracional. Es obvio que la parte irracional necesita ser guiada, si consideramos de qué está compuesta y cuáles son sus mecanismos. Haciendo referencia a los apetitos, o a la parte apetitiva del alma, descubrimos en primer termino que se ve afectada o influida por las cosas fuera del yo, tales como objetos y personas. También, la parte apetitiva tiene dos formas básicas de reaccionar ante los factores externos, que son amor y odio, o mediante pasiones concupiscibles o irascibles. Las pasiones concupiscibles lo llevan a uno a desear personas y cosas, mientras que las pasiones irascibles lo llevan a uno a evitarlas o a querer destruirlas. Es aparente que estas pasiones o capacidades de amar y odiar, atracción o repulsión, creación o destrucción, tomadas en sí mismas podrían muy fácilmente “volverse salvajes”. En sí mismas no contienen ningún principio de mesura o selectividad. Qué debe desear una persona? Cuánto? En cuáles circunstancias? Cómo debemos relacionarnos con las cosas, con la riqueza, el honor, y sobre todo las otras personas?
En estos temas no actuamos bien de forma automática. “ninguna de las virtudes morales surge en nosotros por naturaleza; porque nada que existe por naturaleza puede formar algún hábito contrario a su naturaleza”. La ética se refiere al desarrollo de hábitos, los hábitos de pensar correctamente, de hacer las escogencias correctas, y la conducta correcta.

1 comentario: