jueves, 8 de octubre de 2009

Las cuatro causas y los procesos de cambio

En el mundo que nos rodea vemos que todas las cosas se encuentran en un proceso de cambio constante, y el cambio es entonces uno de los fundamentos de nuestra experiencia. La noción de “cambio” implica para Aristóteles varias cosas, movimiento, crecimiento, decadencia, generación, y corrupción. Algunos cambios son naturales y otros resultan del arte (techné) humano.

Las cosas están siempre adquiriendo nuevas formas: surgen nuevas vidas y se esculpen nuevas estatuas. Para explicar estos procesos de cambio, Aristóteles propone que nos preguntamos por cuatro aspectos (causas) de ellas: 1 ¿Qué es?; 2 ¿De qué está hecha?; 3 ¿Quién o qué la hizo?; y 4 ¿Qué finalidad tiene? “Causa” aquí debemos entenderla como “explicación”. Como ejemplo, la estatua de Hermes con Dionisos niño ubicada en el Heraion de Olimpia: 1: es una estatua; 2: es de mármol; 3: la hizo Praxiteles; 4: para culto y admiración en el templo de Hera Olímpica.

Las cosas producidas por la naturaleza no tienen propósitos, pero sí tienen finalidades intrínsecas, en el sentido de poseer formas de ser constituyentes. Por eso las semillas brotan en tallos y hojas y las raíces se hunden en la tierra. Cada cosa y ente se “mueve” antológicamente hacia la consecución de su finalidad. Las cuatro causas son llamadas, desde estos ámbitos de la naturaleza: la causa formal que señala qué es esa cosas; la causa material que señala de qué está hecha; la causa eficiente, por la que una cosa es hecha; y la causa final, el “fin” para el que está hecha o existe.

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